Sendai


Sendai-shi. Bonita ciudad del norte de Japón, conocida por los japoneses como la ciudad de los árboles (mori no miyako). Capital de la prefectura de Miyagi. Fundada en 1600 por un samurai, Date Masamune. Un millón de habitantes. 360 km al norte de Tokyo, o sea, a poco más de una hora en shinkansen (tren bala).

Quienes sigan este blog sabrán de mi admiración por la cultura y la gastronomía japonesas. Por motivos profesionales he viajado en bastantes ocasiones a Japón, casi siempre a visitar a uno de nuestros mejores clientes, que tiene sus oficinas centrales en Sendai. Viajaba a Tokio en avión y desde Tokio a Sendai en shinkansen. Siempre me pareció una ciudad bastante más pequeña y tranquila de lo que puede esperarse de una ciudad de un millón de habitantes. Al margen del trabajo, recuerdo lo difícil que era comunicarse con sus habitantes, y lo complicado que ear encontrar gente que hablase un idioma mínimamente inteligible. Incluso pedir la comida en los restaurantes era un verdadero lío. Luego venían las sorpresas. Es lo que ocurre en Japón cuando te alejas de Tokio. A pesar de la fama de viajeros que tienen, los idiomas no son el punto fuerte de los japoneses. Pero guardo muy buenos recuerdos de Sendai.

Hasta el pasado viernes Sendai era un perfecta desconocida para la mayor parte de los habitantes de este planeta. Pero ese día Sendai entró tristemente en la historia por haber soportado uno de los más feroces terremotos de todos los tiempos, al que las autoridades japonesas han denominado "terremoto de la costa Pacífico de la región de Tôhoku 2011", un terremoto de intensidad 9 en la escala Richter que además provocó un violento tsunami con olas de hasta 12 metros.

Las imágenes han impactado al mundo. Hasta tal punto que parece que lo de Japón es lo único que sucede en el mundo en estos días. Pero también han mostrado a un pueblo envidiable, un pueblo donde la mezquindad brilla por su ausencia. Todavía tengo amigos en Sendai a los que he contactado y todos me han confirmado que tanto ellos como sus familias están bien (dentro de lo que cabe, por supuesto), aunque no saben que les deparará el futuro. Desde aquí les deseo lo mejor, como a todo el pueblo japonés. Estoy seguro que sabrán salir adelante. 

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