El diario de Anna Politkóvskaya



Estoy leyendo el magnífico libro Diario Ruso (Debate 2007) de la periodista rusa, aunque nacida en Nueva York, Anna Politkóvskaya, asesinada en el portal de su casa en Moscú el 6 de octubre de 2006. Los libros de contenido político-social escritos por periodistas son un arma de doble filo: nunca sabes realmente si la información que se publica en ellos es fruto de un buen trabajo de investigación o fruto de las filias y/o fobias del periodista en cuestión. Si además se trata de un libro de una periodista de un pais tan lejano y hermético como Rusia, pues más dificil todavía. Pero, sin perder de vista estas premisas, Diario Ruso me parece un gran libro. Politkóvskaya, una de las periodistas más críticas con la política de Vladimir Putin y su gobierno, aborda el libro en forma de diario que arranca el día de las elecciones legislativas rusas del 7 de diciembre del 2003 y llega hasta el 31 de agosto de 2005. En sus casi 400 páginas, aparte de criticar a Putin y a toda su corrupta camarilla, vamos viendo la desolación en la que va cayendo la periodista al constatar la incapacidad de los partidos democráticos para articular una política común contra el gobierno, así como el progresivo abandono que la sociedad rusa hace de sus responsabilidades cívicas ante los continuos abusos de sus gobernantes.

Tuve la suerte de conocer Rusia y otras repúblicas por dentro a finales de 1990, solo unos meses antes de que reventara ese engendro llamado la URSS (engendro aclamado por muchos políticos, escritores, músicos y cineastas de nuestro país a los que hoy se les llena la boca con la palabra "demócrata"). Eran los últimos días de la Perestroika de Gorvachov, y las penurias económicas que pasaba el pueblo soviético estaban a la luz del día. Yo estaba realizando estudios vitivinícolas en la Universidad de Yalta, en la península de Crimea (Ucrania), pero por motivos académicos, pasamos también por Simferopol, Sebastopol, Odessa, Leningrado (hoy San Petesburgo), Moscú y otras ciudades de la Unión. Convivíamos con estudiantes procedentes de Rusia, Ucrania, Armenia, Azerbayán, Bielorrusia, Georgia y Moldavia, y con ellos visitamos varios kolkhozes o explotaciones agrarias colectivas, que venían de la época de Stalin. Allí pudimos comprobar la miserable vida que llevaban la mayoría de ciudadanos soviéticos, pero, personalmente, lo que más me llamó la atención fue la resignación con que el pueblo soviético llevaba su calamitosa existencia. Leyendo el libro de Anna Politkóvskaya me vienen a la cabeza aquellos meses que pasé en una URSS que se desmoronaba a pedazos. Por desgracia, parece que las cosas no han cambiado mucho en los 17 años que han pasado desde entonces.

Escuchando:
Brendan Murray - Wonders Never Cease (Intransitive 2006)
Mitsuhiro Yoshimura - And So On ((h)ear rings 2007)
David Tudor - Music for Piano (Edition RZ 2007)
Urs Leimgruber - Statement of an antirider (Hat Hut 1988)
Nels Cline/Andrea Parkins/Tom Rainey - Downpour (Les Disques Victo 2006)
Taku Sugimoto - Doremilogy (Skiti 2007)

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